Sunday, February 11, 2007

El Hijo


En el infierno de los ascensores

te dire

eres el apendice

que el matasanos no extirpa jamás

y quisiera viajar lejos

donde no me moleste tu carne

que es mi carne

mientras me tragas de a poco

cuan parásito

cuan infeliz verdugo

y temo a tu hermosura infeliz

y le temo a la sombra

que tu cuerpo le da

a mi existencia

satelite

apendice

parasito insano

me tragas al hablarme

me entierras la duda

me sacas el amor

me estancas

lagartija

mujer

utero

condena

1 comment:

PAVLO ZAMORANO said...

Catarsis poética para liberarnos de los fantasmas. ¿Recuerdas cuando te conté que me habían dicho que decir “está bueno” o “está bonito” era como sinónimo de que la poesía del autor no te había provocado nada? Ahora, en tu poema, tengo el ejemplo preciso: no hay adjetivos para definirla, para criticarla, es imposible encontrar su símbolo en una palabra simple, es energía pura o turbia (no lo sé pero) que se transmite como un evidente virus al lector. Al saborear tus letras sólo existen en mi mente las emociones, sensaciones claras que puedo describirte sin dudar de ellas: miedo, si; angustia, si; muerte, también; un placer fisiológico desconocido pero parecido al vértigo, algo así como un escalofrío integral de dolor y belleza dialéctica…
(Fui lo más objetivo posible…)

PAVLO ZAMORANO